Cada persona
puede considerar factores diferentes a la hora de valorar cómo debe ser un
mueble de cocina. Pero para mí, un mueble debe ser: resistente, y como
consecuencia duradero; y por supuesto, higiénico y lo más fácil posible de
limpiar.
Actualmente
hay en el mercado gran cantidad de materiales que con diferente coste y
calidades, permiten tener muebles de cocina de absoluta confianza:
- Lacados: con numerosas posibilidades cromáticas, es
una opción buena, aunque es más sensible a los golpes que otras
elecciones.
- Laminado: es fácil de limpiar y mantener. Es
bastante impermeable, y de gran resistencia al uso diario. Su único
problema es que las manchas de los dedos se verán si tienes una luz directa
a los muebles.
- Madera: es cálida. Da personalidad, y es también
bastante resistente.
- Acero: higiénico, pero muy frío. Aporta brillo y luminosidad. Y aunque
actualmente hay tratamientos para evitarlo, las huellas y los rayados
serán su talón de Aquiles.
- Cristal: muy frágil en comparación al resto de los
materiales, pero da gran luminosidad y amplitud de espacio.
- Gres porcelánico: recubre en placas muy delgadas las
puertas de los muebles. Se puede combinar con el suelo, el backsplash o la encimera.
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